Por la lenta y en ocasiones sutil progresión de la enfermedad, el diagnóstico se puede llegar a retrasar hasta 10 años desde los inicios de los síntomas.
Algunas de las pruebas diagnósticas que se utilizan son las siguientes.
Medición hormonal de la Gh y de de IGF-1: después de haber hecho ayuno desde la noche anterior, se recoge una muestra de sangre; si hay niveles altos=> puede haber acromegalia.
Prueba de supresión de la hormona del crecimiento: los niveles de esta hormona se miden antes y después de haber tomado una preparación de azúcar. Por lo general, esta ingesta suele bajar los niveles del crecimiento por lo que si el nivel de GH está alto=> puede haber acromegalia.
Pruebas de imagen (resonancia magnética y TC) para localizar y medir el tamaño de un tumor en la glándula pituitaria o tumores no hipofisarios.
Para la medición de la hormona de crecimiento hay que tener en cuenta que tiene una media de vida corta (aproximadamente 20 min), tiene una gran variabilidad a lo largo del día y su secreción se puede ver afectada por:
Estímulos: estrés, comida y ejercicio físico;
Estado clínico y fisiológico: peso corporal, edad, estado nutricional y periodos de sueño.
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